Fumar tiene un efecto devastador para la salud y el bienestar. Aproximadamente la mitad de los fumadores morirán de una enfermedad relacionada con el hábito; fumar es responsable del 80% de las muertes, y se piensa que es la causa de una cuarta parte de las muertes de todos los tipos de cáncer.
A pesar de que los efectos sobre la alud son bien conocidos, las prohibiciones en la publicidad, ocultar los cigarrillos de la principales estanterías de las tiendas y de las terribles imágenes de las cajetillas, dejarlo sigue siendo increíblemente difícil para la mayoría de los fumadores.
Según una encuesta realizada en el 2017 por el Ministerio de Sanidad, el número de fumadores había descendido en España al 22% de la población. Esta cifra supone la más baja de los últimos 30 años.
¿Cómo afecta el tabaco a las diferentes partes del cuerpo? Y, ¿por qué es tan adictivo?
- El corazón
- Los pulmones
- El sistema digestivo
- La boca
- La piel
- Los huesos
- El sistema reproductivo
- La salud menta
- Adicción
El corazón
Fumar incrementa los niveles de monóxido de carbono en el cuerpo, reduciendo la cantidad de oxígeno en sangre. Las toxinas del tabaco también espesan la sangre. Esto fuerza al corazón a tener que trabajar más duro para bombear la sangre alrededor del cuerpo.
La nicotina estimula las glándulas suprarrenales para generar adrenalina. Esto ayuda a proporcionar el “subidón” de nicotina que los fumadores ansían. La adrenalina aumenta el ritmo cardíaco y la presión arterial, poniendo al corazón bajo presión.
Las arterias (Los tubos que permiten que la sangre circule alrededor del cuerpo) son dañados por el tabaco, causando que queden rodeados por un mezcla de sustancias grasientas y tejido cicatricial llamado ateroma.
Este engrosamiento estrecha las arterias, restringiendo el flujo de sangre alrededor del cuerpo y los órganos vitales. Una parte del ateroma puede romperse y cortar completamente el suministro de sangre, causando un coágulo de sangre. Estos coágulos pueden causar apoplejía, angina y ataques cardíacos.
Los pulmones
Ya hemos mencionado cómo fumar es la causa de la mayoría de los casos de cáncer de pulmón. Es uno de los tipos de cáncer más difícil de sobrevivir, con solo un cinco por ciento de las personas viviendo más de diez años.
El tabaco contiene miles de productos químicos, y más de 70 de ellos son cancerígenos; Sustancias que se cree que causan cáncer. Los humos y el alquitrán que deja atrás comienzan a dañar el tejido de los pulmones. No solo dañan el ADN en los pulmones, sino que con el tiempo afectan la capacidad del tejido en los pulmones para repararse a sí mismo. Esto aumenta enormemente los riesgos de crecimientos cancerosos.
Fumar también es responsable de más del 80% de las muertes por enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Este término cubre una serie de enfermedades que afectan a los pulmones, como la bronquitis y el enfisema.
El enfisema se produce cuando el humo daña los pequeños sacos de aire en los pulmones. Puede desarrollar bronquitis cuando daña el tejido de los pulmones y las vías respiratorias (bronquios) y se inflaman y se cubren de moco. Los síntomas incluyen tos persistente, sibilancias, infecciones torácicas recurrentes y sensación de falta de aire, que empeorarán progresivamente con el tiempo.
Aunque dejarlo no repara el daño causado en los pulmones por fumar, previene de que se agrave el daño, y lo síntomas pueden ser controlados con medicación.
El sistema digestivo
Los fumadores tienen un riesgo más elevado de desarrollar cáncer de estómago, al igual que de riñón, hígado, esófago, colón, recto y páncreas.
Alrededor de uno de cada cinco casos de cáncer de estómago es causado por fumar; cuando el humo es inhalado, parte de este se traga, lo cual daña los tejidos del estómago llevando al crecimiento de tumores.
Dejar de fumar reduce considerablemente las probabilidades de desarrollar cáncer con el tiempo.
También se piensa que los fumadores son más susceptibles a otras complicaciones médicas como la enfermedad de Crohn, pancreatitis, cálculos biliares, ERGE (enfermedad por reflujo gastroesofágico), acidez estomacal y úlceras pépticas.
La boca
Fumar puede reducir el sentido del gusto en una persona, provocar mal aliento y dientes de color amarillo o negro. Pero lo que es más serio, los fumadores son tienen más probabilidades de desarrollar cáncer de boca, labios, garganta, cuello, cuerdas bocales y lengua. Según la Mouth Cancer Foundation, tres cuartas parte de los cáncer de boca son causados por el tabaco, y este riesgo aumenta aún más en las personas que beben alcohol.
Si bien los productos sin humo, como el tabaco de mascar, pueden reducir el riesgo de algunos otros tipos de cáncer, aumentan las posibilidades de desarrollar cáncer de boca o garganta.
Los fumadores de pipa son más propensos a desarrollar estos tipos de cáncer que los fumadores de cigarrillos, ya que tienden a inhalar el humo en sus bocas en lugar de sus pulmones.
La piel
Los niveles disminuidos de oxígeno en la sangre y las toxinas en la nicotina pueden dejar la piel pálida, gris y seca. La piel se arrugará prematuramente porque los vasos sanguíneos se estrechan y no pueden obtener suficiente oxígeno o nutrientes importantes, como la vitamina A o la vitamina C, para las células de la piel que los necesitan.
Los huesos
Las toxinas que entran en el cuerpo cuando fumamos alteran el delicado equilibrio hormonal en el sistema; impidiendo la producción de estrógeno el cual es necesario para mantener unos huesos fuertes, y elevar los niveles de una hormona llamada cortisol, que puede afectar la densidad ósea.
Esto puede ser especialmente peligroso para las mujeres, que tiene, ya de por si, más probabilidades de desarrollar fragilidad en los huesos (osteoporosis) que los hombres, especialmente durante la menopausia, cuando los niveles de estrógeno en el cuerpo comienzan a reducirse de manera natural.
El sistema reproductivo
En los hombres, fumar puede inhibir el flujo de sangre al pene, y causar impotencia. Puede reducir el conteo de esperma, dañar el ADN de los de los espermatozoides, e incrementa el riesgo de cáncer de testículos.
En las mujeres, los porcentajes de fertilidad se reducen drásticamente. Un estudio encontró que aquellas mujeres que fumaban más de diez cigarrillos al día tenían aproximadamente un tercio menos de probabilidades de quedarse embarazadas.
Durante el embarazo, las mujeres que fuman tienen más probabilidades de sufrir un aborto o dar a luz de manera prematura. Las mujeres que fuman tienen un mayor riesgo de desarrollar cáncer de útero.
Salud mental
Aparte del estrés causado por la adicción a la nicotina, como los antojos y los síntomas de abstinencia, fumar engendra la producción de una sustancia importante llamada dopamina, que se libera en el cerebro y ayuda a aliviar el estrés y aumenta la sensación de placer. Después de un tiempo, el cerebro comienza a dejar de usar su propio mecanismo para producir dopamina, dejando al fumador cada vez más dependiente de su hábito para su suministro.
¿Por qué nos volvemos adictos?
Cuando se inhala el humo del tabaco, la nicotina alcanza el cerebro en cuestión de segundos. El “subidón” de nicotina aumenta los niveles de noradrenalina y dopamina en el cerebro, reduciendo el estrés y generando sensaciones de relajación.
Después de un tiempo el cuerpo desarrolla una tolerancia a la nicotina, por lo que para volver a tener esa sensaciones de placer necesita más nicotina, y esa persona tendrá que fuma más. No poder fumar causa irritabilidad y estrés, al igual que el síndrome de abstinencia.
El tabaco puede también convertirse parte de nuestra rutina diaria, lo que hace que sea más difícil de dejarlo. Los fumadores pueden acostumbrarse a fumar un cigarrillo a primera hora de la mañana o después de una comida, o con un grupo de amigos fuera del trabajo. Las personas también recurren al fumar como una forma de sentirse cómodo o como una forma de lidiar con situaciones estresantes o ansiedad.
¿Cómo puedo dejarlo?
Normalmente se le recomendará a los fumadores usar un tratamiento con o sin receta, también seguir una terapia puede estar recomendado en algunos casos.
Los medicamento de venta con receta que se usan para ayudar a dejar de fumar son Vareniclina (comercializado como Champix) y Bupropion (Zyban).
Alternativamente se puede recomendar el uso una terapia de reemplazo de nicotina. Éstas se venden en diferentes formatos como chicles, parches o pastillas.
Los cigarrillos electrónico se han convertido en una forma de ayuda para dejarlo muy popular; aunque contienen nicotina, no contienen los humos dañinos de alquitrán o monóxido de carbono asociados con los cigarrillos normales. Actualmente sus beneficios aún no están del todo claros, pero muchas personas los han reportado como útiles para dejar de fumar.
Aunque dejarlo puede ser duro, existen muchos grupos de ayuda, y los beneficios de no fumar cambiarán la vida de una persona para siempre.